Boda Cristina y Borja: Bodas Covid

La boda de Cristina y Borja

«La verdad es que la nuestra no es de esas historias de mil cambios de fecha y hacer frente a la adversidad. Es una historia de paciencia y de humildad, que creo que a los novios COVID es lo que nos ha traído casarnos en un año tan raro. Hemos tenido la suerte de que nuestras familias nos han apoyado en todo momento. Daba igual si nos casábamos con 6, que con 60, que con 600. Al final tuvimos que adaptarnos, como todo el mundo, pero el tener tan claro el fin, hace que el camino sea un poco menos duro y un poco más alegre«. Con estas palabras de Cristina quería empezar el artículo, pues me sigo emocionando al leerla y es que tiene tanta razón…

Cristina y Borja se casaron el 21 de noviembre del pasado 2020. «Parece mentira, ni nosotros nos lo creíamos, pero fue la fecha que habíamos planeado desde el principio. ¡Y fue perfecto! Nunca lo vamos a olvidar». Dieron el «Sí quiero» en la Iglesia del Colegio del Pilar, «que es el colegio al que fue Borja, y también la iglesia donde se casaron mis padres». Y aunque fue un día mágico, «no te podemos mentir, fue un año que nunca olvidaremos. Solo recuerdo escuchar a todo el mundo decir “ojalá que pase 2020 y lo olvidemos para siempre”. Y Borja y yo nos mirábamos, tenemos la suerte de que en un año tan duro, hemos vivido el mejor día de nuestras vidas. ¿Se puede ser más afortunado?».

Cristina lució un diseño de Navascués, «Cristina y Leticia son familia de un íntimo amigo de Borja y mío, y con la delicadeza que tienen y el trato que recibí, no lo dudé un momento. Tengo tanto que agradecerles, hicieron realidad el vestido de mis sueños. Yo quería algo que reflejase mi juventud (¡Me he casado con 25 años!) y me permitiese estar cómoda y aguantar toda la noche».

Completó su look con un velo bordado antiguo de Mantones del Sur, «que mi madre me regaló para que quedase en la familia por si algún día mis hijas lo quieren usar», unos zapatos de Flor de Asoka, firma que me encanta, y 3 horquillas de M de Paulet, «con una piedra azul (ya sabes, hay que llevar algo azul)». Ana Reyna se encargó de maquillarla, «que lo hizo perfecto ya que yo quería algo muy natural», y del peinado Pimi de TeteATete. «Las dos no podrían ser más adorables, repetiría mil veces».

Por su parte Borja eligió un chaqué de Old Jeffrey y llevó unos gemelos grabados de Cartier «que le regalaron sus hermanos» y una corbata de Hermes «que yo le había regalado por su 30 cumpleaños».

Del ramo y la decoración de la Iglesia se encargó Marengo Flores; «quedó tan silvestre y desenfadado como le habíamos pedido». La ceremonia fue muy emotiva. Como nos cuenta Cristina; «nos casó un sacerdote amigo de mi familia, el Padre Jesús. Recordaremos siempre que un par de semanas antes de la boda estábamos preparando la ceremonia, y hablando le comentamos que nuestra única preocupación era que nos contagiásemos nosotros, nuestros padres o nuestros hermanos. Él nos prometió que si eso era así, nos casaba en el salón de nuestra casa y sin quitarse la mascarilla si hacía falta. Fue en ese momento cuando creo que nos invadió del todo la tranquilidad, por fin alguien nos garantizaba que pasase lo que pasase, podríamos casarnos«.

La celebración fue en Las Jarillas, decorada para la ocasión por Inés Urquijo, «y la verdad que salió todo espectacular. El 21 de noviembre con el sol más radiante en años, pudimos incluso hacer el cóctel fuera. No podemos agradecer más al equipo de La Cococha cómo se han portado con nosotros. Comimos de muerte, todo salió perfecto, encima tuvimos la suerte de que la finca en otoño está incluso más bonita si cabe, al menos eso nos pareció a nosotros».

De las foto se encargó el equipo de Ocho Veinticuatro «estamos contentísimos con el resultado. Unos profesionales de los pies a la cabeza». Y es que son tan bonitas, ¿verdad?

«Lo más duro de todo fue quizás el tener que recortar la lista de invitados. Inicialmente teníamos alrededor de 330 invitados, y acabamos siendo unos 150, solo familia, testigos y amigos íntimos. Pero viendo el lado positivo, puedo decir con certeza que pasamos tiempo con todas las personas que vinieron a celebrar nuestro día. Recuerdo a cada persona, qué llevaba puesto y qué conversación tuvimos, y eso es algo que si hubiésemos sido el doble igual no hubiésemos podido disfrutar, así que en realidad quizás no fue tan malo».

«Si nos preguntas si cambiaríamos una sola cosa de aquel día, te diría que no hay nada». Millones de gracias por compartir un día tan especial conmigo. Me he emocionado con cada palabra y una vez más me habéis demostrado que el matrimonio y la unión está por encima de todo. ¡Os deseo lo mejor!

Fotos: @ochoveinticuatro

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